Así es como yo me siento cuando me preguntan, después de decir que soy de Barcelona, si me siento española o catalana. Pues bien, soy las dos cosas porque todavía hoy, gracias a Dios, ser catalana es también ser española.
Pensé que dado que se ha estado hablando mucho del famoso 9N, y la Ley de Consultas impulsada por Artur Mas, President de Catalunya (quien vendría a ser el Scioli argentino), intentar explicar el problema del independentismo catalán es un desafío para ver cuáles son mis dotes de síntesis, hablando de un conflicto que llena diarios nacionales e internacionales desde hace meses.
Catalunya se siente conquistada (este año 2014 se cumplen 300 años que se rindieron frente a los Borbones en las guerras carlistas) y, como tal, siendo esta una era democrática por excelencia, quiere reivindicar el derecho a decidir qué se hace con su gente (en su mayoría hijos de inmigrantes procedentes de otras comunidades autónomas), con su dinero (Catalunya aporta el 20% del PIB español), con sus recursos (tiene uno de los puertos más importantes y rentables de España), con su cultura, con su idioma (el catalán, que tan reprimido estuvo en época de Franco y que hoy enriquece a los catalanes representando a su vez una feroz desventaja para quien viene de afuera)… pero, fundamentalmente, tras años de tensas relaciones con el Gobierno de turno, intensificadas por la crisis económica, Catalunya quiere decidir qué hacer con su soberanía y con su gestión.
Hay quienes quieren la independencia y no les importa las consecuencias sociales, culturales e internacionales que esto tendría.
Hay también quien hace hincapié en el Estado de derecho y reconoce la soberanía del estado español.
Hay quienes desean preservar su cultura, su lengua y otras tradiciones pero quieren que se les devuelva más en el déficit fiscal aunque formando parte de un mismo país que es España.
El Parlament de Catalunya aprobó una Ley de Consultas que el Tribunal Constitucional español considera inconstitucional. Mas tiene tres opciones: acatar la ley, desobedecerla o convocar elecciones, que es lo que parece que hará inmediatamente después del próximo 9 de noviembre.
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