domingo, 12 de abril de 2015

Detenida en el aeropuerto de México D.F.

Ciudadana española, residente en argentina y procedente de Panamá, es detenida durante más de dos horas en el Aeropuerto de México.

Ah, ¡soy yo!

Al agente de aduanas de la policía federal debí parecerle sospechosa así que me metió en un habitáculo junto a diez personas más que esperaban que el agente de turno nos devolviera la documentación para salir.

Nadie me informó de nada. Ni el motivo de la detención, ni el tiempo que me iban a tener ahí.. nada. La tensión aumentaba y el nerviosismo también.  ¿Qué está pasando? Me preguntaba, ansiosa.

No había carteles ni indicaciones, sin embargo, no me dejaban usar el celular para avisar a nadie de que estaba ahí. De cualquier manera, justo ese día, nadie venía por mi...

Cuando intento (a escondidas) mandar un mensaje: "Estoy retenida en el aeropuerto" a mi grupo de amigas mexicanas,  me ven hacer uso del mismo;  con una mirada fulminante y una frase en tono amenazante advierten que me lo van a sacar. Esto es alucinante. ¿Cómo puede ser? ¿Y si alguien me estuviera esperando afuera? Pregunto. "Si le interesas a alguna persona preguntará por ti" me responde. Buff, qué alivio... En mi cabeza evocaba la imagen de "Arantxa pasa la noche retenida en la Aduana mexicana".

En la sala de espera hay gente de todo tipo y color. Mayoría mujeres, algunos esperan para subir al primer piso donde el agente te hace unas preguntas. Intimidantes y con toda intención de tergiversar cualquier tipo de razonable explicación. Hay una televisión y un bidón de agua. Intento establecer conversación con alguien y me piden que no lo haga. Estoy presa en mi propio temor de ...( De qué? Pero si no he hecho nada!).

Subo al cuarto, me hacen la entrevista. No sirve de nada. Insisten en que tengo "una historia rara".

Pasa una hora más. Intento leer, distraerme, ver el partido de fútbol pero nada es suficiente.

Bajan y me entregan el pasaporte. "Vete" me dice él. Respiro hondo y... me voy.

Pasaron tres horas. Primero me reí, luego me impacienté, sentí miedo y finalmente empaticé con todos aquellos que en algún momento se sintieron hostigados por "parecer lo que no son".

Autoridades: hagan su trabajo, alerten e investiguen pero traten a la gente con respeto. Lo que vi que hacían conmigo y con otros, definitivamente sobrepasó lo que nunca antes hubiera imaginado.





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